Una mirada revolucionaria sobre la violencia en la literatura de las Antillas francesas

Intro

Debido a factores socio-históricos, los fenómenos violentos, ya sea físicos, o psicológicos y culturales, desde el colonizador o por parte del sujeto colonizado, son temas obligados en esta literatura. Nuestro propósito no fue hacer una mera descripción de estos factores, ni de qué actores están involucrados, sino problematizarlos como parte de una literatura muchas veces comparada con la lejanía de África (que no negamos) y olvidando que es fundamentalmente latinoamericana. Como tal, comparte no solo un mismo territorio, sino procesos parecidos de colonización e imperialismo. Es nuestro objetivo destacar el compromiso y la innovación que proponen estos autores, quienes desde la forma, el contenido y los recursos que utilizan proponen una literatura verdaderamente revolucionaria que posee un alcance continental y hasta universal para enfrentar los principales problemas que acarrea la civilización occidental.

Texte

Palabras clave: Antillas; Francesas; Violencia.

Abstract
Due to socio-historical factors, the violent phenomena, be it physical, or psychological and cultural, from the colonizer or by the colonized subject are topics forced in this literature. Our purpose was not a mere description of these factors, neither of which actors are involved, but problematizarlos as part of a literature often compared to the distance of Africa (which do not deny) and forget that it is Latin American fundamentally. Such as, it shares not only the same territory, but similar processes of colonization and imperialism. Our goal is to highlight the commitment and innovation proposed by these authors, who from the form, content and resources used propose a literature really revolutionary that has a continental and even universal scope to deal with the major problems leading to Western civilization.

Key-words: West Indies; French; Violence.

Fecha de recepción: 19 de Abril de 2011
Aceptado para su publicación: 20 de Diciembre de 2011

El concepto de "Latinoamérica" o "América Latina" plantea interrogantes a la hora de pautar límites precisos que comprendan su geografía. Roberto Fernández Retamar (1986) lo considera como un concepto "en expansión", y agrega que incluso desde la denominación de "nuestra América" de José Martí en 1891, ya es posible considerar latinoamericanos a pueblos no hispanos, incluso no latinos, como aquellos cuyas lenguas son el inglés u holandés, así como también a pueblos indígenas. Por otra parte, el concepto de "Caribe" también presenta problemáticas a la hora de definirse, ya que la heterogeneidad imperial que se estableció tanto en las islas como en el continente, conllevó una pluralidad de lenguas y filiaciones que cuestionan la idea del Caribe como una unidad1.

Este es el contexto de una propuesta que considera caribeña y latinoamericana a la literatura de tres Naciones francoparlantes (Haití, Guadalupe y Martinica), incluso teniendo en cuenta que Guadalupe y Martinica son países pertenecientes al Estado francés como "Dominios de ultramar"2. Concebir esta literatura como latinoamericana, implica poner en tela de juicio mucha de la crítica literaria que se ha escrito al respecto, ya que los estudios franceses la tienen en cuenta como un eslabón más en una cadena conformada por la literatura de todas sus otras colonias y excolonias. Se la coloca en un plano exótico debido a su condición negra y extranjera, sin siquiera por ello compararla con textos franceses; se la considera una literatura colonial. Por ende, nuestra propuesta contradice una tradición neocolonial que no considera esta literatura ni latinoamericana ni francesa.

Justamente, esta exclusión y su relación con la producción de otras posesiones y excolonias francesas, aunque radicalmente distantes de la realidad y geografía latinoamericanas, tiene una raigambre imperialista. Es una política del Estado francés mantener lazos culturales con todos los países francófonos, aun los independientes, porque la continuidad cultural, aunque siempre desde la mirada paternalista de quien impone la norma, favorece el afianzamiento de lazos socioeconómicos que permiten una continuidad neocolonial. Una de las instituciones creada para promover y difundir la cultura y lengua francesas es la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), cuyo accionar desliga estas Antillas de América Latina, pasando por alto su filiación cultural, socioeconómica, histórica y geográfica. La OIF postula que lo que marca la inscripción en una tradición literaria es la cuestión idiomática, aunque contradictoriamente no comparen los textos con los metropolitanos por no poder establecer parámetros comunes. Sin embargo, lo que pareciera ser un argumento razonable, o por lo menos taxativo, también se desmorona al comprobar la complejidad cultural de países en donde solo una minoría habla el francés y cuya lengua nacional es el créole. Por lo tanto, la OIF no tiene en cuenta el conjunto de la sociedad al establecer lazos culturales. Entonces, el problema de inscribir esta literatura en la línea latinoamericana no solo se ve dificultado por la intromisión del imperialismo francés, sino también porque la comunicación con un continente mayoritariamente hispanohablante la entabla una minoría.

Precisamente por esta razón, los autores aquí seleccionados3 se preocuparon porque los pueblos de los cuales provienen tengan voz. Estos intelectuales nacidos de familias acomodadas que pudieron con la ayuda de becas enviarlos a Francia a formarse, propusieron como parte de su activa participación política, una literatura que exhiba las problemáticas sociales de los sectores más vulnerables, a fin de que sean resueltas. Se valieron de la lengua francesa con la intención de entablar una comunicación con el exterior que permita difundir textos que de estar escritos únicamente en créole, no podrían ser difundidos. Así, la elección de la lengua francesa fue una oportunidad para que las grandes metrópolis, París y Québec, editaran sus libros.

Aun así, además de este recorrido existen algunos aparatos culturales "alternativos", que no solo consideran esta literatura como latinoamericana, sino que además la traducen al castellano para que tenga acceso a quienes desconocen el francés. Es el caso de la cubana Casa de las Américas y la venezolana Biblioteca Ayacucho que traducen (y los cubanos también premian) a estos autores, no con la finalidad de ser leídos como literatura exótica, sino como parte de un proyecto político que pretende incluir y ampliar los límites de Latinoamérica, dando a conocer culturas antes desconocidas, con la certeza de que aunque parezcan "ajenas" son latinoamericanas. Siguiendo el proyecto martiano de "nuestra América", estos aparatos incluyen nuevas culturas a un circuito de lectura de gran alcance, en busca de la unión continental.

En este complejo cruce de miradas, intereses y pretendidas exclusiones e inclusiones, uno de los ejes que vertebran los diferentes textos, por ser parte de la cotidianidad de estos países, es la violencia. Los textos que vamos a analizar son intencionadamente combativos para interpelar a los lectores y expresar la búsqueda por la autodeterminación de pueblos oprimidos.

Historia de países dependientes

Hay diversos motivos por los cuales los países de las Antillas se relacionan entre sí. La literatura de Haití, Martinica y Guadalupe es forjada en territorios con similares características a las del resto de las Antillas hispanohablantes e incluso no latinas. La economía de plantación, debido a su misma posición geográfica, suelo y clima, sumado a la importación de mano de obra negra africana, fueron sus marcas distintivas. Aun así, pueden especificarse otras cuestiones históricas que relacionan las islas estudiadas con otros países latinoamericanos más que con ex posesiones francesas en África: el exterminio rápido de la población indígena, la instalación del capitalismo a través de un sistema feudal esclavista que enriqueció a diversas potencias europeas, las sucesivas olas inmigratorias y los movimientos migratorios permanentes, la ausencia de una identidad nacional, los conflictos raciales, la persistencia de un clima colonial que conllevó el avasallamiento de distintos imperios (Inglaterra, España, Francia, Estados Unidos) a través de empréstitos, de mandatos en asuntos políticos puntuales, de intervenciones armadas. El predominio de estos Estados para evitar la independencia, en principio, y luego para seguir teniendo lazos de dominio económico y militar, coinciden fuertemente con otros países antillanos y del resto del continente.

Asimismo, los ciudadanos de las dependencias de ultramar a pesar de formar parte del Estado francés, reciben un tratamiento diferente del resto de los ciudadanos franceses, como si no lo fueran. Por otra parte, el ciclo de revoluciones independentistas que comienza a desarrollarse en Latinoamérica se inicia, precisamente, con la revolución en Haití de 1803 y su posterior declaración de independencia en enero de 1804. Este triunfo, que luego de intentos fallidos (1790) y gloriosos (1791) se consagra como la única revolución de esclavos negros victoriosa, revela la profunda huella del imperialismo en América: países que para lograr la independencia política, aprovecharon una coyuntura europea desfavorable y la ayuda de otros imperios. Es por esto que la línea que inaugura Haití es la que luego sigue la mayoría de los países latinoamericanos.

Aun así, y esto también es un punto de comparación a pesar de su revolución, Haití es tan dependiente como el resto de Latinoamérica, debido a las relaciones económicas, políticas y culturales establecidas con las grandes potencias mundiales. Lo mismo ocurre con Martinica y Guadalupe.

Una de las características que singularizan a estos países son los hechos violentos que aparecen en su literatura, tomando indistintamente las nociones de fuerza y violencia, según la clasificación que hace Georges Sorel en Reflexiones sobre la violencia. El autor postula que la fuerza constituye el conjunto de actos que realiza una minoría poderosa para imponer un orden social, mientras que el concepto de violencia está conformado por el conjunto de actos que funcionan como resistencia a ese orden. En los textos literarios que analizaremos aparecen tanto uno como el otro, entrelazando plenamente la serie literaria con la social y la cultural.

La violencia como descolonización

La violencia, desde la clasificación de Georges Sorel, está presente tanto en ensayo, novela y poesía como una búsqueda de descolonización e independencia. "La descolonización es siempre un fenómeno violento" (Fanon, 2003:30), afirma el martiniqueño Frantz Fanon en su ensayo Los condenados de la tierra. La necesidad de independencia se debe a lo que el filósofo Slavoj Žižek (2009) reconoce como violencias "objetivas", que se subdividen en "violencia sistémica" y "violencia simbólica"4. El producto de los sistemas político y económico adversos, en el primer caso, y la imposición de un universo de sentido a través del lenguaje, en el segundo, socavan las sociedades hasta el estallido en la "violencia subjetiva", que es una conmoción que desvía el estado de cosas "normal", haciendo visible la actitud de quienes debieron padecer las violencias objetivas en forma silenciosa y pasiva. La violencia subjetiva, entonces, es el síntoma de la desigualdad de clase5.

Los personajes de estos textos literarios buscan la reivindicación económica, política, cultural y racial. Su "independencia" es la liberación nacional y el producto de una resistencia física y cultural, que es colectiva y dignificante6. Si la violencia es un acto de rebeldía, entonces aquí están ponderados los rebeldes, porque su accionar no es presentado ni como un problema ni como un delito; el narrador se posiciona en la mirada del pueblo para presentarla como un medio, un recurso. No es un fin en sí mismo, sino la única herramienta que tiene el pueblo para lograr su autodeterminación. La violencia es una respuesta, la única respuesta, aprendida con sangre y sudor, de los colonizadores. Jean Paul Sartre en su ensayo Orfeo negro se dirige a los europeos justificando el rol de los pueblos colonizados:

Pero... ¿qué creíais?... ¿Qué aguardábais escuchar, una vez apartado el bozal, a esas bocas negras?... ¿Pensabais que se pondrían a cantaros loas de alabanza a vosotros?... ¿O que veríais o leeríais en sus ojos la idolatría cuando esas testas se izaran, esas cabezas que vuestros progenitores, por la fuerza, habían inclinado hasta el suelo?... (Sartre, 2009:1).

Estos pueblos retribuyen de la misma manera aquello que les fue otorgado. Para Frantz Fanon la violencia conforma una determinación permanente en este tipo de sociedades y su lucha a través de medios violentos no solo forja la descolonización, sino que también genera el único medio posible para la construcción de un orden social nuevo. De allí que los autores de los textos si bien no son parte de la masa, se solidarizan con ella representándola y explicándola. Constituyen la voz letrada que en su intento por representar al pueblo, justifica y defiende su violencia, ya que esta permite que: "la 'cosa' colonizada se conviert[a] en hombre en el proceso mismo por el cual se libera" (Fanon, 2003:31). Por eso en la descripción de las costumbres, los paisajes, los diálogos, hay referencias a la violencia, y todas justifican este accionar como parte de un folclore local difícil de rehuir.

El paisaje en los poemas muestra cómo por estar plagado de mangles, bambúes, volcanes, caña y mar7, dista de asemejarse a la sabana africana para reconocerse latinoamericano y conformar, asimismo, una consustanciación profunda con el hombre. La naturaleza tiene una profunda filiación con el yo poético; existe un sujeto cuyo ser conforma una continuidad con la naturaleza, comenzando y terminando en la tierra; pero a diferencia del romanticismo, que propone un idilio entre el sujeto y su ambiente, la continuidad se vuelve desesperación y tristeza. Entonces la desdicha humana se evidencia en el espacio a través del fuego y la muerte, e incluso en el sufrimiento y accionar violento de los animales. La naturaleza es triste y violenta, como lo son las vidas de quienes la habitan. Por otra parte, existe una profunda consciencia de la insularidad y de su situación miserable, aunando por esto a todas las islas que hayan padecido la esclavitud8. Este tipo de descripciones son favorecidas por el carácter poético de los textos. Son versos libres cuyas palabras labran, una a una, sensaciones violentas. Para poder expresar esto, los poemas se vuelven un reservorio de imágenes sensoriales, desde las visuales9 hasta las olfativas10 y sonoras, minuciosas y transparentes imágenes mentales. Si bien distintas, todas persiguen denunciar el abuso contra el negro esclavo, la continuidad del régimen colonial. Por lo tanto, son revolucionarias por su contenido, pero también por su forma, ya que producen desde el verso libre la posibilidad de crear poesía social, de presentar las realidades de la opresión capitalista desde un formato poético cuyas anáforas, personificaciones, imágenes sensoriales y metáforas, por mencionar algunos de sus recursos, generan una poesía nueva en Latinoamérica.

Bois-d' ébène y la universalidad de la lucha

Los poemas iniciales del libro Bois-d'ébène, del haitiano Jacques Roumain, muestran la homogeneidad de un pueblo en el hombre venido de Guinea. Este procedimiento también se observa en poemas de otros autores, como Aimé Césaire o Ernest Pepin12.

El "Preludio" muestra los signos que la naturaleza provoca para que este hombre salga de su pueblo en una búsqueda que lo lleve a su propia liberación. El verano lluvioso y taciturno, la palma rota en andrajos, el grito del ave: todos son signos, todos representan un paisaje americano que motiva y acompaña a este hombre antillano venido de la lejana Guinea, quien conoce no solo "todos los caminos" y "los cantos del mundo" (Roumain, 2003:17, 19), sino también el desarraigo y la explotación. La representación de la naturaleza acompaña un sentimiento desolador generado únicamente por un régimen económico adverso. El yo poético es consciente de la explotación que sufren estos hombres a través del sistema económico de plantaciones que convierte el supuesto espacio idílico del Caribe en llanto y angustia:

car ce chant négresse
qui t'enseigna négresse ce chant d' immense
peine
négresse des îles négresse des plantations
cette plainte désolée

Comme dans la conque le souffle oppressé des mers

Mais je sais aussi un silence
un silence de vingt-cinq mille cadavres négres
de vingt-cinq milles traversas de Bois-d' ébène (Roumain, 2003:20)13.

El canto y la pena son negras, como las islas son negras; el yo poético no reniega de la condición racial que llevó a estos hombres a sufrir la tortura de la esclavitud, pero agrega el sufrimiento por la desigualdad de clase, por la explotación económica. A este respecto, el intelectual haitiano René Depestre (1969), siguiendo a Jean Paul Sartre (1956), plantea la doble alienación del negro esclavo: el ser negro, la racialización, le sirvió a la clase económicamente poderosa como discurso válido para ejercer más fácilmente la explotación clasista. Es decir, es un recurso discursivo de los aparatos dominantes para ejercer mejor el poder. El yo poético es plenamente consciente de esta doble alienación, por ello, la liberación que busca es tanto económica como social y cultural.

Aun así, estos poemas, como otros de Césaire o la novela de Roumain que analizaremos más adelante, siempre proponen en algún momento una luz de esperanza. El hombre de Guinea, que conoce la indignidad y el hambre, también sabe que es necesario y posible el cambio ("Voici pour ta voix un écho de chair et sang / noir messager d'espoir"14. Roumain, 2003:19) porque está siempre preparado para el motín. En este sentido, superando el esencialismo de la raza, los poemas plantean un problema de clase. Se hace evidente un reconocimiento histórico y un sentimiento universalista: la revolución está liderada por cabezas negras esclavas, pero se universaliza porque lo que busca es una salida a la opresión capitalista. Por lo tanto, los parámetros son clasistas al comparar al "obrero blanco de Detroit" con el "peón negro de Alabama" (Roumain, 2003:23)15.

Los lazos con África no particularizan ni recortan, al contrario, universalizan e incluyen. Y los espacios, diferentes, tienen sin embargo una filiación profunda con cada trabajador, son la continuación de sus cuerpos en el trabajo, el lugar desde donde se constituyen. La naturaleza es solamente un espacio de trabajo; como ya dijimos, no hay paisajes románticos en estos textos.

El carácter revolucionario de este poema escrito en 1939 presupone lo que ya flotaba en el aire desde el inicio de la década del treinta, a saber, la necesidad de proponer conceptos teóricos que ayuden a pensar en la situación de los negros desde parámetros que incluyan y excedan los raciales, con profundos llamamientos al reconocimiento social. Los creadores del concepto de la "negritud" dieron el puntapié inicial de una resistencia cultural que tenía esos fines.

El Cahier como punto de partida de una obra revolucionaria

También en 1939 surgió el Cahier d'un retour au pays natal, texto fundamental, aunque primero, de uno de los fundadores de la negritud, Aimé Césaire. Toda la obra de este autor es coherente con su militancia política16, y ambos elementos tuvieron como norte reivindicar no solo a los hombres de su país, sino también problematizar el trato a las llamadas "minorías", reconociendo su rol en la sociedad, desanclándolas del esencialismo y consecuente aislamiento donde habían sido ubicadas.

Este objetivo ya está presente en los versos libres del Cahier, que comienza con una frase, "A última hora de la madrugada...", repetida hasta casi el final del poema, cuando empieza su "plegaria". Esta frase será la que inicie la descripción de la situación de las Antillas, la que muestre la violencia, el hambre, las enfermedades, y la que hacia el final dé comienzo al grito de descolonización. El Cahier fue escrito cuando el joven Césaire, estudiando en Europa, fue a visitar a un amigo en Dalmacia. El propio autor confiesa que contemplar ese paisaje lo llevó a pensar en su isla natal, pero solo en sus miserias. Por ello, sus descripciones muestran muchedumbres "picadas de viruelas" (Césaire, 2008:33), con gritos de "hambre, de miseria, de rebeldía, de rencor" (Césaire, 2008:35), así como las "pestilencias exacerbadas de la corrupción", las "prostituciones, las hipocresías, las lubricidades, las traiciones, las mentiras" (Césaire, 2008:36, 37). También la naturaleza acompaña estas descripciones violentas:

A última hora de la madrugada, la extrema, engañosa y desolada escara sobre la herida del agua; los mártires que no atestiguan; las flores de la sangre que se marchitan y deshojan en el viento vano como gritos de loros lenguaraces (Césaire, 2008:33).

Muestran una tierra "impedida, amputada, sometida con agotamiento de flora y fauna" (Césaire, 2008:34) y un morro "vomitando lentamente sus fatigas de hombre", el morro "solo y su sangre derramada" (Césaire, 2008:36). Esta situación tiene su causa y aquí es cuando el yo poético reconoce a los negros como una minoría comparable a los cafres, a los judíos, a los hindúes de Calcuta: son "el hombre-hambruna, el hombre-insulto" (Césaire, 2008:42). Por eso es necesaria la revolución.

"Colonial racism is no different from any other racism"17, dirá Frantz Fanon en Black skin, white masks18. Esta cita nos ayuda a entender dos cuestiones de Césaire: en principio (algo que aparece en su ensayo Discurso sobre el colonialismo) que la situación de las Antillas tiene que ver con el proletariado y la colonia, dos conflictos que Europa no quiso resolver. Por otra parte, que los problemas raciales no son diferentes de cualquier otro complejo que posean otras minorías, pero agrego, cualquiera de estos complejos son discursos generados por el colonizador, el explotador, el sujeto dominante, para ejercer mejor su control sobre el sujeto dominado y así ocultar los lazos de poder. Por eso para que haya un "esplendor de esta sangre" (Césaire, 2008:47), un "Fin del mundo" (Césaire, 2008:51) se debe luchar contra el amo del fuete, contra el enemigo que inventó la pólvora, pero que también doblegó las rodillas de los esclavos, marcando su sangre, tratándolos como bestias. De allí que el yo poético hacia el final rece una plegaria para que la negrada se ponga de pie, aceptando su raza: "mi negritud no es nube de agua muerta en el ojo muerto de la tierra / mi negritud no es una torre ni una catedral" (Césaire, 2008:62). Césaire muestra las aberraciones cometidas contra su pueblo, pero también llama a la sublevación. Su negritud es primero aceptar su raza para que no sea un mero elemento exótico, y luego una lucha por liberarse de la opresión, la angustia y las enfermedades, una conquista por alcanzar una igualdad que, más allá del color de piel, es una igualdad de oportunidades en un mundo perverso.

El movimiento de la negritud, un concepto polémico

Quien tiene la misma concepción en materia de negritud es el haitiano René Depestre, ya que en su artículo "Saludo y despedida a la negritud", hace una referencia a lo que fue un movimiento vanguardista cultural, nacido de ciertos intelectuales antillanos y africanos que, estudiando en París, reconocieron la necesidad de que el hombre negro oprimido pudiera tener un espacio donde expresar su propia identidad y alzarse contra los procesos históricos de sumisión y abuso. Este movimiento, cuya primera aparición se dio en una efímera revista (Revue du monde noir, de 1931-1932), sin embargo fue objeto de una tradición cultural tan trascendente como polémica. Tanto Fanon como Depestre plantean que esta concepción sobre el hombre negro, nacida como expresión de lucha, fue naturalizada a favor de una concepción racista casi tan cruel como que los negros no tuviesen voz. Se desligó, a la manera de la OIF, la esfera cultural de todo aspecto económico y político, suponiendo que solo por el color de piel todos los hombres y mujeres negros van a pensar de la misma manera y adherir a las mismas costumbres. Edward Said en Cultura e imperialismo pone en discusión a mucha de la crítica que separa la esfera cultural, supuestamente libre y abierta a especulaciones, de la esfera política, degradada y ligada a intereses. El autor plantea que cultura y política no solo están profundamente entrelazadas, sino que son lo mismo. La política es cultura y la cultura incluye representaciones políticas. Por lo tanto, separar estas series es una pretendida maniobra política y el hecho de que mucha crítica francesa lo haga responde a intereses imperialistas. El mismo Said agrega que estudiar nociones culturales suponiendo esencias da lugar al enmascaramiento de la situación de poder. De allí, entonces, que mucha de esta crítica apoye y promueva este tipo de esencialismo, de la misma manera que no establecen parámetros comparativos entre la literatura de las colonias francesas y la realizada en Francia. Sencillamente no es comparable porque, para la crítica, no tiene punto de comparación; la literatura francesa es "superior". La OIF muestra las expresiones del hombre negro, únicamente en tanto sujeto racializado y no colonizado. Sus informes sobre el estado del francés en los países francófonos muestran hasta qué punto la cultura aparece disociada de la economía, ya que evalúan, por ejemplo, cuántos francoparlantes hay en el país y qué políticas lingüísticas se realizaron en los últimos meses, sin considerar qué cantidad de gente es analfabeta por falta de educación y recursos. Por lo tanto, se hace evidente poner en tela de juicio la voluntad de difundir la cultura de estos países; al contrario, buscan difundir su propia cultura y presentar al hombre negro como un ser inalterable, a pesar del tiempo, la geografía o los factores socio-históricos. En esta línea, muchos intelectuales (aunque algunos sin ser plenamente conscientes) en su afán por difundir la cultura negra, solo generaron una parcelación, un grupo que por reconocerse singular termina aislándose de la sociedad y fomentando su falta de reconocimiento. Es por esto que Depestre en un artículo crítico sobre Nicolás Guillén plantea que la negritud de autores como Leopold Sedar Senghor, a pesar de ser uno de sus fundadores, es una "hembra pasiva que espera que la historia la fecunde" (Depestre, 1994:122), es decir, su poesía pierde el carácter revolucionario que tiene en Guillén, se limita a ser la expresión de un hombre negro cuyas coordenadas socio-históricas parecieran disueltas, como si lo único que importara es el color de la piel. Se pierde, al decir de Fernández Retamar respecto de Guillén, la "apertura hacia una poesía social realmente nueva" (Fernández Retamar, 1994:190), es decir, el hecho de ser "útil, al fustigar a una sociedad corrompida: la de la burguesía entregada de pies y manos y lengua al imperialismo" (Fernández Retamar, 1994:190).

Tal como hoy en día se nos presenta, quienes buscamos que el verdadero sentido de este concepto sea recuperado, debemos discernir entre la búsqueda por la reivindicación de los derechos de un pueblo oprimido por factores económicos, la verdadera resistencia cultural, y el mero disfraz, la fachada publicitaria que esconde detrás de una lucha supuestamente justa, la segregación y el aislamiento de un sector anquilosado en los mismos o peores mecanismos de opresión de antaño.

Manifestaciones de resistencia cultural

Además de la violencia física y su sentido en tanto descolonizadora, también están presentes en estos textos los actos de fuerza y violencia semióticos. En principio, es necesario precisar el concepto de cultura. Edward Said (2004) la define como el conjunto de prácticas comunicativas, descriptivas, representativas que poseen cierta autonomía dentro de las esferas de lo económico, social y político. Desde este enfoque, quienes logran ser conscientes de que son prisioneros en su propia tierra porque los usos del lenguaje, las representaciones sociales, la educación y las costumbres se ven invadidas por la visión del imperio, ejercen una resistencia, que es cultural por practicar un rechazo en el plano semiótico.

Aspecto lingüístico

Para comenzar a entender los procesos de resistencia cultural, es preciso reconocer la enorme fuerza colonizadora que ejerce la imposición de la lengua como primer paso para la adquisición de una cultura. Frantz Fanon en su ensayo Piel negra, máscaras blancas sostiene que hablar un idioma es asumir un mundo y con él, una cultura (Fanon, 2008:25). Heredamos una lengua que termina siendo nuestra, pero que está formada por un complejo entramado de otras realidades. Entonces, si definir "lengua" conlleva toda una serie de consideraciones, mucho más difícil es definir este concepto en las Antillas francesas. Ya que aquí no solo se produjo el fenómeno de la adquisición de una lengua extranjera, sino que además, esta fue la única norma aceptable, impuesta con sangre por un sujeto enemigo; con el agravante de que quienes la adquirieron provenían de regiones diversas, cada uno con su propio idioma, lo que desencadenó una lengua nueva, un créole que, paradójicamente, es la lengua nacional en estos países, pero un regionalismo en el centro de un continente que no la conoce. Por eso es tan difícil la comunicación con estos sujetos y se hace necesaria la presencia de un portavoz que denuncie sus problemáticas escribiendo en otras lenguas.

Sin embargo, es importante destacar que los lazos imperialistas siguen buscando la manera de que el francés tenga peso en estos territorios. Solo debido a intereses políticos puede entenderse la legislación lingüística que poseen estos países y sus consecuentes representaciones en la literatura. Ya dijimos que la mayoría de los hablantes tiene como lengua materna el créole y una minoría desarrolla un bilingüismo en créole y francés, además de conocer otros idiomas. Aun así, el francés posee el suficiente peso como para que se genere una situación diglósica, es decir, un desequilibrio entre dos lenguas que se encuentran en conflicto. Se considera al francés como la lengua prestigiosa y por ello ejerce las funciones "altas", como ser, los actos jurídicos, literarios, formales; el créole, por el contrario, es la lengua dominada, lo que determina que sus funciones sean únicamente las familiares y cotidianas, o sea, las "bajas".

Debido a estos diferentes usos del lenguaje, son conflictivas las representaciones sociolingüísticas19 que se generan y, por lo tanto, las actitudes y políticas lingüísticas que se llevan a cabo. Esta es una de las razones por las que en la escuela primaria se enseñan ambas lenguas, pero en la educación secundaria y superior solo se utiliza el francés. Es decir, se forjan futuros gobernantes educados con la lengua y cultura francesas, en desmedro de la cultura local. Sin embargo, lo que es peor aún (y esto aparece en la novela de Raphaël Confiant que analizaremos en el próximo apartado) es que a pesar del bilingüismo de la escuela primaria, desde pequeños los niños reciben comentarios negativos sobre el créole y buenas referencias del francés, generando actitudes de autoodio lingüístico a su lengua materna, un rechazo que se contrapone al convencimiento del francés como lengua superior. Los discursos culturales, siempre movidos por intencionalidades políticas, determinan el accionar de la personas hasta el punto de generarles un complejo que, en este caso, las hace sentirse inferiores por su color de piel. Este complejo se inicia en la escuela cuando, por ejemplo, se educa a los niños pensando que los europeos fueron los civilizadores que trajeron la "Verdad" a los "salvajes". De allí que Fanon hable de una actitud, una manera de pensar de los niños antillanos, quienes adquieren una forma de ver la realidad que es "blanca"20. Y además, Fanon agrega que las representaciones culturales no solo permiten que los niños distingan los "blancos" de los "negros", sino también los negros americanos de los africanos. De allí que la educación, sobre todo en las dependencias francesas de Martinica y Guadalupe, siempre apunte a la búsqueda del "blanqueamiento" del negro. Los jóvenes antillanos deben parecerse a los franceses, a sus "ancestros", aunque nunca serán "iguales" a ellos, renegando de los antiguos esclavos africanos que llegaron a América. Este proceso de "decoloración cultural" es una prueba más de que esta literatura y cultura son profundamente americanas, sobre todo si tenemos en cuenta que en países que también recibieron esclavos negros, como Cuba por ejemplo, ocurrieron fenómenos similares21.

La defensa del créole, entonces, no es solamente el afán por el reconocimiento a una lengua, sino que forma parte de una toma de conciencia acerca de la lucha necesaria contra el imperialismo cultural y la importancia de preservar sus costumbres e identidad. Como parte de este recorrido, no solo surgió el movimiento vanguardista de la negritud, sino también, en 1944, la primera novela escrita en créole, Gobernadores del rocío, de Jacques Roumain.

Títulos idílicos, relaciones violentas: Gobernadores del rocío y Barrancos del alba

Estas dos novelas, más allá de su contenido, deben ser tenidas en cuenta como manifestaciones de resistencia cultural. Gobernadores del rocío, por ser la primera novela escrita en créole, lo que generó conmoción ya que se destinó por primera vez una función "alta" (la literaria) a esta lengua subalterna. Asimismo, luego fue traducida al castellano gracias a la obtención del premio Casa de las Américas en 1971, y también publicada por Biblioteca Ayacucho, junto a otros textos poéticos. Esto permitió el logro de una circulación alternativa a la francesa, ya sea parisiense o canadiense, aunque, lógicamente, también se publicó por este circuito.

Por otra parte, Barrancos del alba también puede ser considerada parte de una resistencia cultural, ya que a pesar de su primera edición en francés en 1993, rápidamente fue traducida al castellano luego de obtener el mencionado galardón cubano. Consideramos, entonces, a estas dos novelas parte de lo que llamamos "manifestaciones de la resistencia cultural" porque, en principio, buscaron llegar a un público más amplio y más heterogéneo que el metropolitano; y porque merecieron la popularidad de aparatos culturales que ofrecen en todo momento una vía alternativa a la oficial francesa, sin por esto sobreponerse a ella.

Sin duda, no hay semejanzas entre los narradores de las novelas, ya que mientras que en la de Roumain el narrador es una tercera persona omnisciente, en la de Confiant es un niño de seis años que crece a lo largo de la obra hasta llegar a los nueve. Sin embargo, estos dos narradores, al parecer, tan diferentes, dejan entrever situaciones violentas que viven los personajes. Además, en el aspecto argumental se producen ciertas coincidencias.

Gobernadores del rocío tiene como escenario una zona rural de Haití, devastada por la sequía que fue producto de los malos tratos de los campesinos al suelo, como necesidad imperiosa para obtener cosechas. En este espacio aparece el personaje principal, Manuel, quien vuelve a casa luego de haber trabajado bajo terribles condiciones en Cuba. Claramente en esta novela Manuel es el salvador, el Mesías esperado que viene a darle una solución a un pueblo desgastado por el hambre y la angustia. Haber experimentado la explotación y el abuso en los cañaverales cubanos y saberse libre de ese régimen opresor, lo llevan a querer arengar a su pueblo. Luego de lograr su cometido y llevarle el agua tan preciada a la reseca tierra, Manuel muere dejando un hijo en las entrañas de su mujer, como símbolo de la esperanza que nunca debe perderse. En la novela es bien claro que luego de haber vivido la opresión de la esclavitud, de haber experimentado la violencia física y psicológica de la explotación como esclavos en un régimen feudal, el hombre libre haitiano, representado por el personaje de Manuel, no debe ceder frente a los condicionamientos económicos en los que está sumido su pueblo para luchar sin descanso, esperanzados y unidos, haciéndole frente a las adversidades económicas que tantas vidas se cobran. Manuel, en última instancia, es el espíritu de ese esclavo vencedor, que siempre debe estar presente como recuerdo de esa victoria, para no abandonar la lucha.

El escenario donde se desarrolla la novela de Confiant es diferente, ya que se lleva a cabo en la capital martiniqueña Fort-de-France. Esta ciudad aparece como la antesala de una ciudad mucho más esplendorosa, París. Martinica, al depender de una metrópoli europea, aún posee un discurso dominante que promueve una rígida pirámide racista. Desde este aparato semiótico, que es el que inocentemente reproduce el narrador de Barrancos del alba, los dueños del poder absoluto son los llamados "Grandes Blancos"22, señores feudales, dueños de los espacios más hermosos de la isla y de campos productores de plátano y caña de azúcar. Este niño describe una pirámide cuya cumbre son los grandes terratenientes; luego están los mulatos que son comerciantes, capataces, empleados de las ciudades; por último, los negros e indios, los trabajadores de base, la mano de obra barata. A su vez, esta base de la pirámide tiene una jerarquía interna: los negros son los "culíes" sucios, pero los indios, mucho peor que ellos, conforman el grupo más holgazán; nunca son considerados positivamente. Por lo tanto, mientras se dice que en la ciudad todos son cordiales y correctos, hablando el francés de "Allá en Francia" y viviendo pacíficamente, los pasajes de la novela que muestran el trato en la ciudad dan cuenta de que Fort-de-France es la puesta en abismo de las relaciones racistas que el país entero vive a diario, donde los blancos ocupan el puesto más codiciado, iniciando una cadena racial donde más negro se es, más discriminación y carga se sufre, hasta llegar al indio, que ni siquiera tiene voz en la novela. Es esta línea racial iniciada por los blancos la que no permite la solidaridad entre los individuos oprimidos de las diversas razas, los cuales no llegan a darse cuenta de que los lazos opresores son económicos, son de clase y no raciales. Un ejemplo de esto en la novela es la quiebra de los locales de ron. Ya que si bien el discurso del gobierno francés ante la creación de los departamentos y territorios de ultramar era la creación de un sistema federal que permitiera que cada territorio tenga su propia organización, considerando a la propia metrópoli como una parte más del sistema, el comercio con la metrópoli y lo que sus mercados dictaminen, es lo que determina la economía de la isla. En la novela, el gobierno metropolitano pauta el racionamiento de la producción de ron en las Antillas para que el mercado sea siempre beneficioso con la metrópoli y no haya un excedente en la producción que resulte desfavorable a los centros de poder. Con este ejemplo es posible ver que el factor racial es una excusa para que los blancos, que son los poderosos, sigan teniendo la hegemonía a costa de elaborar discursos que les permitan seguir ocupando ese rol. Esta lucha, donde los oprimidos terminan traicionándose unos a otros, se evidencia claramente en el lenguaje. En principio, porque el francés de "Allá en la ciudad" es mucho más correcto que el que hablan los mulatos del campo, incluso porque estos manejan más el créole y esto es perjudicial, sobre todo para los niños. Pero aun así, el francés de la ciudad, es decir, de la bella Fort-de-France, no tiene comparación con la riqueza del francés de París, cuyas bondades coinciden con la belleza de su geografía. La maestra del niño Raphaël, una negra que se empolva la cara para blanquearse, es una mujer que enseña el francés de "Allá en Francia", la ciudad donde "todo es belleza, cada quien come a saciarse y todo el mundo lleva puesta ropa bonita. Y, sobre todo, allí se habla bien" (Confiant, 1993:42). Esta maestra, aunque negra, es un baluarte del discurso "blanco" dominante:

---Esos son negritos prietos como el carbón que tarde o temprano acabarán en la caña o en el plátano, con que no es tan grave que no salgan bien en la escuela; pero tú, con esa piel blanca que tienes, ¿cómo te las va a arreglar, eh? [...] el créole es un dialecto de negros salvajes y de culíes sucios, sí señor [...] ¿No ves que la gente que se respeta no se rebaja a utilizarlo? Un muchachito tan lindo y de piel clara como tú no se debe ensuciar la boca empleando palabras crudas (Confiant, 1993:66).

Fanon plantea que el hombre negro de las Antillas busca "blanquearse" y esto se logra en forma proporcional a la adquisición del idioma francés. De allí que el dominio en el idioma es lo que otorga poder y prestigio. Por lo tanto, quienes no hablan el francés de "Allá en Francia" son discriminados. Es este tipo de discurso lo que muestra el nivel de violencia de la sociedad, violencia que también llega a las manifestaciones y huelgas, que no terminan siendo favorables para los obreros porque son brutalmente reprimidos y, además, porque los discursos de los propios campesinos y comerciantes, tanto de la ciudad como del campo, son adversos a este tipo de manifestaciones. A modo de ejemplo: aparece en la novela un personaje venido de Francia, donde dicen que se había enriquecido después de la segunda guerra mundial. La sorpresa se suscita cuando este personaje, supuestamente destinado a ser un pequeño-burgués francés, quiere poner en práctica los discursos comunistas que circulaban en la metrópoli y comienza a arengar a las masas campesinas para que se subleven. Si bien son manifestaciones reprimidas por el gobierno, prácticamente la única persona que lo defiende es su madre. El resto del pueblo lo condena por no ver ningún beneficio en ello, por entender que las cosas no van a cambiar. Algo similar ocurre con los barrios obreros de la ciudad, zonas oscuras y prohibidas para el pequeño Raphaël. El discurso imperante es de escarmiento a estos sujetos:

---'Cumunismo', ¿eh? '¡Cumunismo!'. Creen que van a trastornar el mundo y a poner el negro arriba y al blanco abajo. ¡Están soñando esos infelices! Eso es como si quisieran hacer que el sol alumbre de noche y la luna brille en pleno día (Confiant, 1993:48).

Es en este tipo de pasaje donde Fort-de-France, e incluso París, muestran su costado más cruel, el de la opresión, la discriminación y la represión.

Conclusiones

Debido a factores socio-históricos, los fenómenos de fuerza y violencia, ya sean físicos, psicológicos o culturales, son temas obligados en esta literatura. Nuestro propósito no fue hacer una mera descripción de estos elementos o de los actores que están involucrados, sino problematizarlos como parte de una literatura muchas veces asemejada a la lejana de África (cuya ascendencia no negamos) olvidando que es fundamentalmente latinoamericana y que, por lo tanto, comparte con ella muchas de las causas que desembocaron en estas situaciones violentas. Ya que las Antillas francesas participan con el resto del continente no solo de un mismo territorio, sino de procesos parecidos de colonización e imperialismo.

Se vuelve imperativo, por lo tanto, destacar el compromiso y la innovación que proponen estos autores, quienes desde la forma, el contenido y los recursos que utilizan, proponen una literatura verdaderamente revolucionaria, de alcance continental (y hasta universal) para cuestionar los principales problemas que acarrea la civilización occidental.

 

Notas
1 Véase Ileana Rodríguez (1997).
2 En 1946 Martinica, Guadalupe y Reunión lograron conformar una legislación local con cierta autonomía política. En septiembre de 1958 el entonces presidente francés, Charles de Gaulle, propuso un referendum para la constitución de lo que será la V República Francesa. Ante la posibilidad de independizarse, Martinica, liderada en la alcaldía por el intelectual Aimé Césaire, aceptó formar parte de esta república y rehusó la independencia, argumentando que si esta no era capaz de traer mejoras en la seguridad y la economía del país, no era conveniente seguir el ejemplo de Haití, país independiente, pero devastado por economías locales mal administradas y un creciente neoimperialismo solo favorable a los gobiernos de turno.
3 El corpus literario que analizaremos en este trabajo comprende la novela Gobernadores del rocío y los libros de poemas Bois-d' ébène y Madrid, de Jacques Roumain; la obra de teatro de Aimé Césaire Une tempête, junto a una selección de poemas y textos en prosa compilados por Philippe Ollé-Laprune en el libro Para leer a Aimé Césaire; la novela Barrancos del Alba, de Raphaël Confiant.
4 Estas "violencias" de Žižek se corresponden con el concepto de fuerza, según Sorel.
5 La "violencia subjetiva" de Žižek se corresponde con el concepto de violencia, según Sorel.
6 Frantz Fanon, de hecho, en su ensayo Black skin, white masks, afirma que el sujeto antillano se reconoce como colectivo, no es un individuo sino un pueblo.
7 Algunos de los poemas que hacen referencia a estos paisajes se encuentran en Cuadern o de un retorno a la tierra natal, así como también en Yo, laminaria ("Etiopía...", "Eslabón de la cadena", "Manglar virgen", "Conocimiento de los morros", "Inapelable esta sangre", "Dorsale Bossale", "Cinta", etc.); Catastro. Sol guillotinado ("Entre otras matanzas", "Lluvias", etc.); Cuerpo perdido ("Relato de errancia", etc.); Herrajes ("Cancioncilla", "Para Ina", "Sobre las islas de todos los vientos", etc.).
8 Tomado de Cuaderno de un retorno a la tierra natal: "Islas cicatrices de las aguas / Islas evidencias de heridas / Islas migajas / Islas informes / Islas papel malo rasgado sobre las aguas / Islas tocones uno junto al otro puestos sobre la espada llameante del Sol" (Césaire, 2008:68).
9 Forma parte de Las armas milagrosas, "Batucada": "batucada del río crecido en lágrimas de cocodrilos y de fuetes al / garete / batucada del árbol de serpientes de los danzarines de la pradera / de rosas de Pensilvania mirando a los ojos a la nariz a las orejas / a las ventanas de la cabeza cortada / del guillotinado" (Césaire, 2008:101).
10 De Yo, laminaria, "Olor": "pero llegó el olor / el olor dicho. / parcamente dicho. / de ova / de sudor de negros / de hierba / de guarapo / de machete / de mangle. / el olor dicho / es decir todo. / el olor no es vacuo / el olor no tiene arrugas" (Césaire, 2008:171).
11 Nuevamente tomado de Yo, laminaria, "Noches": "pero la fuerza perdura en la ley - en la angustia / la noche aquí / desciende / de grillos a ranas" (Césaire, 2008:176).
12 Pepin: Remolino de palabras libres (1991). Césaire: Ferrements (1960); Cadastre (1961); Moi, laminaire (1982).
13 "porque este canto negro / que te enseña negro este canto de inmensa / pena / negro de islas negras de plantaciones / esta queja desolada / como en el caracol el soplo ahogado de los mares / pero yo conozco también un silencio / un silencio de veinticinco mil cadáveres negros / de veinticinco mil cruces de madera de ébano" [Traducción mía].
14 "Aquí para tu voz un eco de carne y sangre / negro mensaje de esperanza" [Traducción mía].
15 Ouvrier blanc de Detroit péon noir d' Alabama / peuple innombrable des galères capitalistes / le destin nous dresse épaule contre épaule / et reniant l'antique malèfice des tabous du sang / nous foulons les décombres de nos solitudes. "Obrero blanco de Detroit peón negro de Alabama / pueblo innumerable de galeras capitalistas / el destino nos pone hombro con hombro / y reniega del antiguo maleficio de los tabúes de sangre / pisamos los escombros de nuestras soledades" [Traducción mía].
16 Milita en el Partido Comunista Francés desde 1945 hasta la creación de su propio partido, el Progresista Martiniqueño, en 1956. Desempeña el cargo de diputado por la Asamblea Nacional de Martinica y de alcalde de Fort-de-France.
17 "El racismo colonial no es diferente de cualquier otro racismo" [Traducción mía].
18 Tomamos una reciente edición traducida al inglés (Cfr. en la bibliografía, 2008), pero el original está escrito en francés (Peau noire, masques blancs) y es de 1952.
19 Las representaciones sociolingüísticas son "imágenes mentales" en el sentido de manifestaciones sociales a partir de actos de percepción, apreciación, conocimiento y reconocimiento en los cuales los agentes invisten sus intereses (Bourdieu, 1982). Mientras que las actitudes sociolingüísticas son conductas; las representaciones son imágenes que se interponen entre las prácticas lingüísticas reales y la conciencia social de esas prácticas. Estas representaciones son discursos circundantes en la sociedad, pero que responden a ciertas luchas de poder; de allí la formación de discursos y contradiscursos. En estos países es pertinente analizar los discursos oficiales y los contradiscursos de la resistencia.
20 Fanon dice: "Little by little, one can observe in the young Antillean the formation and crystallization of an attitude and a way of thinking and seeing that are essentially white" (Fanon, 2008:114). "Poco a poco, uno puede observar en el joven antillano, la formación y cristalización de una actitud y una manera de pensar y ver que son esencialmente blancas" [Traducción mía].
21 En efecto, en novelas costumbristas cubanas como Cecilia Valdés o la loma del ángel, de Cirilo Villaverde, se describe este afán por el "blanqueamiento" del negro, que no solo se traduce en una búsqueda por tener la misma mentalidad que el hombre blanco, sino también por ir "blanqueando" la piel mediante sucesivos cruces raciales.
22 Este epíteto entrecomillado, como todas las referencias con mayúscula entrecomilladas, son marcas textuales de la novela de Confiant.

 

Corpus
1. Césaire, Aimé (1969), Une tempête d'après La Tempête de Shakespeare. Adaptation pour un théâtre nègre, París, Éditions du Seuil.
2. Confiant, Raphaël (1993), Barrancos del Alba, La Habana, Casa de las Américas.
3. Ollé-Laprune, Philippe (2008), Para leer a Aimé Césaire, México, FCE.
4. Roumain, Jacques (2003), Bois-d' ébène suivi de Madrid, Montreal, Mémoire d' encrier [1945 y 1937].
5. Roumain, Jacques (2004), Gobernadores del rocío y otros textos. Caracas, Ayacucho [1927, 1944].
Bibliografía
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7. Bourdieu, Pierre (1982), Ce que parler veut dire, París, Fayard.
8. Confiant, Raphaël (1991), "La littérature créolophone des Antilles-Guyane", en Dix ans de littératures, 104, enero-marzo.
9. Depestre, René (1974), Poemas de una isla y de dos pueblos: Jacques Roumain, Pedro Mir, Jacques Vian, La Habana, Casa de las Américas.
10. Depestre, René (1969), Por la revolución, por la poesía, La Habana, Instituto del libro.
11. Depestre, René (1969), "Problemas de la identidad del hombre negro en las literaturas antillanas", en Casa de las Américas, 53, La Habana, marzo-abril.
12. Depestre, René (1987), "Saludo y despedida de la negritud", en África en América Latina Moreno Fraginals (comp), México, Siglo XXI.
13. Depestre, René (1986), "Aventuras del negrismo en América Latina", en Zea (coord.) América Latina en sus ideas, México, Siglo XXI.
14. Depestre, René (1976), "Homo Papadocus", en Casa de las Américas, 96, La Habana, mayo-junio.
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22. Rodríguez, Ileana (1997), "La literatura del Caribe: una perspectiva unitaria", en Saúl Sosnowski (selec.), Lectura crítica de la literatura americana. Actualidades fundacionales, Caracas, Biblioteca Ayacucho.
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26. Sorel, Georges (1961), Reflexiones sobre la violencia, Montevideo, Ediciones Actualidad [1935].
27. Žižek, Slavoj (2009), Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, Buenos Aires, Paidós [2008]

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